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“El cuerpo es material. Es aparte. Distinto de los otros cuerpos. Un cuerpo empieza y termina contra otro cuerpo. Incluso el vacío es una especie muy sutil de cuerpo” Escribe Jean-Luc Nancy en 58 indicios sobre el cuerpo, enfatizando la densidad del cuerpo, describe un cuerpo que es contenedor y también límite, que funciona como barrera entre otros cuerpos. Nancy continua: “Un cuerpo es inmaterial. Es un dibujo, es un contorno, es una idea”, y así pareciera que el cuerpo se mueve en una relación de opuestos, entre lo material y lo inmaterial, aunque más bien lo que se propone es una experiencia del cuerpo que lo conciba tanto en su densidad, en su función contenedora, como en su capacidad de abrirse hacia el exterior y ser modificado, como un dibujo, como una idea.
El performance art es una disciplina artística donde lxs artistas elijen como soporte y principal instrumento sus propios cuerpos, es efímero y pone en jaque las ideas tradicionales sobre el arte ¿Dónde esta la obra? ¿en el cuerpo de lxs artistas? ¿en la acción? ¿en el registro? La misma palabra performance está sujeta a varias posibles interpretaciones que se modifican dependiendo del contexto, ya que puede estar relacionada tanto a las artes visuales, como al teatro, a actos rituales y a protestas políticas. Lo que realiza el performance art es explorar diversas concepciones del cuerpo, proponiendo nuevas relaciones, tanto con nuestro propio cuerpo como con el entorno.
Roma Vaqueros Diaz y Florencia Sosa Rey son dos artistas que se dedican a la performance y que confluyeron en Aconquija, Catamarca para realizar la residencia Raíces. Desde perspectivas similares, con diferencias y puntos de encuentro en sus trabajos, exploraron a través del performance art las relaciones posibles entre cuerpo y paisaje. Las obras que surgieron, luego de 15 días de convivencia intima con el paisaje de Aconquija giran alrededor de las siguientes cuestiones: ¿Cómo está constituido un cuerpo? ¿Dónde se encuentran sus límites? ¿Qué aporta el arte a la relación entre cuerpo y el paisaje?
Roma Vaqueros Diaz es una performer que vive en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el proyecto que realizó en raíces giró alrededor de observar cómo se afectan cuerpo y paisaje. Durante la residencia trabajó en diversas acciones emplazadas en distintas zonas de Aconquija y en la exposición final presentó una instalación donde dialogaban dos videos de performances realizadas (Acción para encontrar una madre en la tierra y Acción para acariciar las montañas II, esta última realizada en colaboración con la otra residente Florencia) junto a fotos de acciones en el rio, partituras ubicadas sobre maderas dispuestas en el piso, tierra extraída del lugar sobre la que esparció elementos simbólicos, y el lienzo que fue utilizado para las acciones en el rio. Cada elemento que formaba parte de la instalación guardaba partes del paisaje y el vínculo que estableció la artista con el mismo.
En términos generales, un paisaje se define como una superficie donde interactúan distintos elementos. En las obras de Roma vemos su cuerpo interactuar con el viento, el rio, las montañas, la tierra y las piedras, creando un nuevo paisaje subjetivo que surge de esa relación. Nancy también propone que lo característico de un cuerpo es la exposición, el estar expuesto al contacto con los otros cuerpos, entonces, un cuerpo se define justamente en la relación con otros. Un cuerpo es un despliegue, una exposición, una capacidad de ser afectado y de afectar: habitar un cuerpo implica estar expuesto al afecto. En sus trabajos, Roma investiga esta relación afectiva entre su cuerpo y el paisaje, explora los intersticios entre los cuerpos y se pregunta sobre los cambios que produce esta exposición. La artista trabaja con una concepción de cuerpo como una totalidad que incluye recuerdos, saberes y vínculos; en Acción para encontrar una madre en la tierra realiza una especie de ritual con una antena construida con elementos encontrados (una rama y una piedra) y pone en interacción con el paisaje sus saberes y su historia familiar, en un intento de escuchar en el viento la voz de su madre; en Acción para acariciar las montañas decide invitar a Florencia, la otra residente con quien compartió la estadía en Raíces, y explorar así el nuevo vinculo generado. Tomando como herramienta la relación de los cuerpos entre sí, cada cual cargado de experiencias y saberes, y el diálogo entre los cuerpos y la montaña, la partitura escrita por la artista describe la acción de la siguiente manera: “Al atardecer/dirígete a la colina/acompañada de una amiga/ compartan mates, palabras y mandarinas/ Luego/ realicen juntas/ acción para acariciar las montañas”.
Una cosa que tienen en común las obras de Roma y Florencia es la contemplación del paisaje como punto de partida, una contemplación devenida en acciones que ensayan modos sensibles de habitar(se) a través de pequeños gestos. Florencia Sosa Rey presentó tres videos de performances en la exposición final: Te devuelvo la mirada, failure to be received (fallo al ser recibida) y coreography for walking: ovejas (coreografía de una caminata: ovejas), estas tres performances proponían el encuentro con distintos elementos que componen el paisaje de Aconquija y reflexionaban sobre las tensiones que pueden surgir del mismo. Florencia trabajó con la idea de identidad en relación al paisaje, de raíces catamarqueñas pero nacida en Canadá, la artista llegó a Raíces con una serie de preguntas: ¿Qué cuestiones salen a la luz en el proceso de rememoración? ¿Cómo pueden la distancia de la familia y sus prácticas culturales moldear la identidad? ¿Cuáles son los limites entre abrazar mi herencia, crear parentesco, prácticas extractivistas y el exotismo de mi cultura? En las acciones realizadas durante la residencia, Florencia trabaja desde estas inquietudes.
Te devuelvo la mirada es un video que surge de ensayar maneras de acercarse a unos caballos de la zona, la artista intenta conectarse con la práctica cotidiana de andar a caballo de su familia, el resultado fueron varios intentos de establecer un vínculo con los caballos. En el video vemos a la artista acercarse lentamente, ofrecerles comida, intentando de alguna manera conseguir su confianza. Percibimos que se trata de un intento fallido, pero la acción reside en un cuerpo que se despliega hacia otro tan desconocido como familiar. Sucede lo mismo en Failure to be recieved, donde la artista intenta acomodarse a comer una mandarina sobre una piedra, buscando una posición donde su cuerpo sea aceptado por la misma ¿Cómo conseguir la aceptación estos cuerpos lejanos? ¿Cómo se conforma este nuevo paisaje identitario entre lo heredado y lo adquirido? Florencia observa detenidamente el paisaje, analiza los elementos que lo compone y con su cuerpo realiza pequeños gestos intentando fundirse con el mismo.
El trabajo realizado y las obras surgidas de esta edición de raíces, tuvieron como eje central el cuerpo, pero una concepción de cuerpo que carga consigo recuerdos, saberes y preguntas sobre la identidad que desdibujan los límites y abren las posibilidades del mismo, proponiendo al arte como un puente entre nosotrxs y el mundo, como una herramienta para crear nuevos paisajes.
Cecilia Vega, Aconquija, 2022
Cuántos cuerpos entran en un cuerpo no es una pregunta, sino una certeza. No hay una respuesta concreta porque las posibilidades son inagotables. Cuerpos persona, cuerpos piedra, cuerpos flora, cuerpos que son paisaje. Roma Vaquero Diaz nos propone volver a sentir que somos parte del territorio. Nosotros, las plantas, la tierra, los otros.
¿Cómo es posible que sigamos percibiéndonos desde la individualidad? ¿Acaso no somos sólo una parte en un todo?
Ese todo puede ser el gesto de acercarnos a otro para sentir su fuerza. Ese todo puede ser re-acomodar un jardín para que la ausencia se transforme en el cuerpo. Ese todo puede ser ensayar movimientos para habitar un duelo.
En los paisajes descubrimos aguas que circulan entre rocas, flores que emergen de la arena, mejillas que son punto de contacto amoroso, sensible, potente. Cada díada se apoya y se necesita de igual manera.
En todas estas relaciones la piel aparece como una primera capa que se presta al otro, permeable, tierna. Estamos invitados a desconocer el límite, a ocupar el paisaje, a animarnos al contacto.
El cuerpo de Roma está presente, esta vez a través de la lente, haciéndonos saber que su performance es íntima y necesita ese reparo. Sus brazos sostienen ramas y viceversa, su torso prueba el peso de las piedras, sus manos vierten, surcan y acarician. Es un proceso de pasar por el cuerpo esos elementos que guardan una historia para que esa memoria se traslade del objeto a la afectividad. Mover, sembrar, desyuyar, escribir, tocar. Pequeños rituales para entregarse a la ausencia y sobre todo, al cambio.
En el tacto hay continuidad, se borran los bordes, se amplifica la vida. Estos espacios, ahora comunes, son territorios enlazados. Un espejo que nos devuelve la imagen de una potencia de vida que sólo se sostiene a través del contacto de cada una de las partes.
Lucía Seijo, Buenos Aires, 2022.
Ellas (las manos) amasan, ellas (las pieles) se abrazan, ellas (las yemas) desgranan, ellas (las vísceras) recuerdan, ellas (las brujas) cuentan secretos ancestrales que portan desde siempre en ellas (sus tierras).
¿Sabemos cómo sabe la tierra que pisamos?
El gesto, la memoria, la piel, el apego, los vínculos, el alimentar, el sanar, nos llevan a encontrarnos con toda aquella pulsión de vida que el capitalismo aún no ha podido apresar. Una memoria afectiva que ondula entre los pliegues del cuerpo y habla de caricia, tela, sol, maíz, sonrisa, encuentro.
¿Somos conscientes de la memoria que portan nuestros toques?
Una desnudez ofrenda sus pliegues. La piel y el universo dentro de nuestras manos, de nuestra boca, nos permiten conocer las sensaciones del mundo. La temperatura y la textura en cada una de las cosas. Nos miramos dentro de una gran boca, ella nos desgrana y sus manos, que poseen el sol en sus yemas, transforma los cuerpos en el color del amor.
Dentro de éstos-nuestros cuerpos nos estamos volviendo consientes de una fuerza. Por nuestro cuerpo-tierra circulan saberes y memorias encarnadas que se vinculan y expanden nuestros deseos de manera comunitaria. Tanto el patriarcado como el capitalismo desacreditan esa potencia, la invisibilizan, la explotan, y se apropian no solo de les sujetes, sino también de la historia, de la imaginación y de los afectos de un territorio, en un feroz proceso donde la alienación de las mujeres y la destrucción de la tierra van juntas.
Capas abiertas de seres volcániques se abren con nuestros dedos cuando nos sumergimos en el cuerpo-libro-memoria. Y aquí la magia, somos invitades a entrar en la piel, acariciar su intimidad, tocar en silencio su finitud y dejar reposar a ese cuerpo en la infinidad de los tiempos. Y en la memoria de nuestras yemas habrá vuelto visible la fuerza invisible.
Yo soy la tierra, la tierra vive en mí, porque eso seré cuando ya no sea.
Margarita García Faure y Roma Vaquero Diaz, Buenos Aires, 2019.